Diario “La Opinión” 4 de abril de 1975.
Con urbanidad y disciplina -como corresponde a caballeros- 2.484 asociados del Jockey Club desfilaron el miércoles ante las diez mesas instaladas en el primer piso, sector biblioteca, de la sede social, en avenida Alvear al 1300.
Siguiendo una costumbre cuyos orígenes nadie conoce
-anterior, sin duda, a la ley Sáenz Peña-, eligieron una de las cuatro boletas dispuestas sobre la mesa, rubricaron con su firma el dorso de la misma y la entregaron al fiscal.
Esta supervivencia del voto cantado no obstaculizó, sin embargo, el triunfo del arquitecto Roberto Vázquez Mansilla, una figura a la cual muchos asociados consideran una vanguardia dentro de la institución. Los derrotados son Alfredo Rueda, Eduardo Acevedo Díaz y Alfredo Agote Robertson, opositor que acumula varias derrotas.
Nadie oculta que el Jockey Club, con el aura rancia que todavía circunda su nombre, es un organismo deficitario. Las cifras más dispares, en las cuales un cero más o menos no importa, circulan entre los asociados para evaluar el monto mensual de esa pérdida.
Hay costosas revistas extranjeras que llegan y nadie lee... Hay gastos de restaurante y servicios varios que resultan desmesurados para las necesidades reales del club.
Juan Carlos Lynch, un encumbrado miembro del Jockey Club, sostiene que: “Por ejemplo, el bar... Yo, como socio, no voy porque me parece que está desatendido y no cumple con ninguno de los requisitos que debería tener un lugar de esa jerarquía... Si quiero tomar una copa, no voy al Jockey... Me voy a Periplo, frente a la plaza San Martín..."
Respecto de la composición del electorado, se pudo saber que por Vázquez Mansilla votaron los más jóvenes (lo que en términos de Jockey Club significa tener entre cuarenta y cincuenta años). A Rueda lo votó, sobre todo el sector del golf. Acevedo Díaz tuvo consigo al sector de las piletas y Alfredo Agote Robertson contó con el apoyo del sector del bar del subsuelo y de los esgrimistas..."
La lista triunfante de Vázquez Mansilla llevaba como distintivo una raya roja que atravesaba su borde superior. Ese rojo representa la exhumación de un viejo emblema autonomista, o sea la fraterna unión de conservadores y radicales. En el caso del Jockey Club, esta ideología es casi revolucionaria, si se piensa que el miércoles por la noche, en la avenida Alvear al 1300, primer piso, sector biblioteca, un socio entendía que uno de los candidatos no tenía derecho a postularse. "Es un caradura...", cuentan que argumentó. "Hay que tener tupé para querer presidir el Jockey sin haber viajado nunca a Europa."
Con urbanidad y disciplina -como corresponde a caballeros- 2.484 asociados del Jockey Club desfilaron el miércoles ante las diez mesas instaladas en el primer piso, sector biblioteca, de la sede social, en avenida Alvear al 1300.
Siguiendo una costumbre cuyos orígenes nadie conoce
-anterior, sin duda, a la ley Sáenz Peña-, eligieron una de las cuatro boletas dispuestas sobre la mesa, rubricaron con su firma el dorso de la misma y la entregaron al fiscal.
Esta supervivencia del voto cantado no obstaculizó, sin embargo, el triunfo del arquitecto Roberto Vázquez Mansilla, una figura a la cual muchos asociados consideran una vanguardia dentro de la institución. Los derrotados son Alfredo Rueda, Eduardo Acevedo Díaz y Alfredo Agote Robertson, opositor que acumula varias derrotas.
Nadie oculta que el Jockey Club, con el aura rancia que todavía circunda su nombre, es un organismo deficitario. Las cifras más dispares, en las cuales un cero más o menos no importa, circulan entre los asociados para evaluar el monto mensual de esa pérdida.
Hay costosas revistas extranjeras que llegan y nadie lee... Hay gastos de restaurante y servicios varios que resultan desmesurados para las necesidades reales del club.
Juan Carlos Lynch, un encumbrado miembro del Jockey Club, sostiene que: “Por ejemplo, el bar... Yo, como socio, no voy porque me parece que está desatendido y no cumple con ninguno de los requisitos que debería tener un lugar de esa jerarquía... Si quiero tomar una copa, no voy al Jockey... Me voy a Periplo, frente a la plaza San Martín..."
Respecto de la composición del electorado, se pudo saber que por Vázquez Mansilla votaron los más jóvenes (lo que en términos de Jockey Club significa tener entre cuarenta y cincuenta años). A Rueda lo votó, sobre todo el sector del golf. Acevedo Díaz tuvo consigo al sector de las piletas y Alfredo Agote Robertson contó con el apoyo del sector del bar del subsuelo y de los esgrimistas..."
La lista triunfante de Vázquez Mansilla llevaba como distintivo una raya roja que atravesaba su borde superior. Ese rojo representa la exhumación de un viejo emblema autonomista, o sea la fraterna unión de conservadores y radicales. En el caso del Jockey Club, esta ideología es casi revolucionaria, si se piensa que el miércoles por la noche, en la avenida Alvear al 1300, primer piso, sector biblioteca, un socio entendía que uno de los candidatos no tenía derecho a postularse. "Es un caradura...", cuentan que argumentó. "Hay que tener tupé para querer presidir el Jockey sin haber viajado nunca a Europa."
Comentarios
Publicar un comentario