Una carta "DEBIDA"

Querido Sobrino:

Me veo en este momento con la obligación de escribirte sin la menor gana, ni inspiración suficiente, puntos sumamente importantes para hacer cualquier cosa, no importa cual sea ésta.

Yo, no voy a jugar al tenis si no tengo ganas, ni al fútbol.  No me pongo a programar si no estoy inspirado.  Tampoco, ante la falta de ganas, me reúno con mis amigos, y menos que menos, y siempre hablando de la falta de ganas e inspiración, me pongo a conversar con mi señora, a bañar a mi hija, a ayudar en la cocina o con las cosas de la casa.

Siempre trato de disfrutar el momento, descansar lo máximo posible y, si las ganas me vienen, hago algo por los demás y de paso “quedo bien”.

Pero, si hay algo que detesto es que me obliguen.  La obligación es algo que no tendría que existir, pues generalmente no coincide con lo que uno quiere y esta inspirado para hacer en ese momento.  Además, por si fuera poco esto, la obligación no sabe de cansancio, de ganas, de capacidades, de amigos, de familias, de sueño, siempre aparece en el momento menos oportuno.

Imagináte vos con una lapicera en la mano, un papel en blanco frente a ti y una cuñada que te diga “escribile una carta al nene que se va de joda dos días a no hacer nada”.  Como joraca hacés que ese palito relleno de tinta camine desde el comienzo de la hoja hasta el final, tapando la parte blanca lo mas posible, para dejar contentos no solo al nene, con pseudo-inspiradas palabras que no tenías ganas de escribir; a la cuñada (madre del chiquitín) que te lo pide como un favorcito de esos que “no te cuestan nada y quedás como un duque” sin que uno haya tenido la más mínima intención; y la dulce esposa (hermana de la considerada cuñada) que te indica el momento exacto para tener “uno de esos detalles que quedan para toda la vida” sin importarle a ella ni en el más mínimo de los “detalles” si yo tengo ganas de hacerlo.

Bueno, al llegar a este párrafo, espero (y sé que no me defraudaste, pues te conozco y me conocés) que te hayas dado cuenta del tipo de persona del que uno “NUNCA QUISIERA SER, NI PARECER”.

Y bien, hasta acá llego la inspiración que espontáneamente surgió de mi al verme ante tan honrosa obligación, como es la de poder volcar la vivencia propia sobre un ser querido para que este la pueda “aprovechar”.  Creo que es justamente esta “obligación” una de las mas importantes que DIOS nos asigna cuando venimos al mundo.

Uno no acumula su experiencia para bien propio, sino para ir transmitiéndola de generación en generación, y debemos saber aprovecharla para mejorar y poder entregarla así “mejorada” a los que nos siguen en el camino de la vida, el camino que nos acerque cada vez más a DIOS.

Y, justamente, para no caer en tamaña bajeza como la del tío (imaginario) del comienzo de esta carta, existe un proceder muy sencillo, más de lo que uno se imagina y te lo voy a indicar como si fuera una “fórmula” para que te la machetees en el corazón:

(  OBLIGACIÓN  +  GANAS  )  ^ INSPIRACIÓN  =  M U N D O   M E J O R

Breve explicación: Si tomamos las OBLIGACIONES diarias del mundo de hoy y a eso le ponemos todas y las mejores de nuestras GANAS, y DIOS, a través de nuestra FE, potencia todo eso INSPIRÁNDONOS para acercarnos un poquito más a su perfección, como resultado obtendremos el mejor de los mundos(*).

(*) mundo: no es solo el planisferio gigante que nos mandan a buscar a la sala de mapas, sino que existen miles y miles de pequeños mundos (con minúsculas) a los que pertenecemos y podemos ayudar a “perfeccionar” (por ejemplo, la familia, los amigos, la escuela, el barrio, la parroquia) para de esta forma mejorar EL MUNDO (con mayúsculas).

Una carta debida que ya dejo de ser deuda.

Una carta de vida para guardes de por vida.

Un Tío.

P.D.:    Pasaron lista y dije presente con la mano bien en alto y con voz fuerte y orgullosa.
Tu turno en la lista esta muy próximo, animáte a decir presente con la mano más alta y la voz más fuerte y orgullosa que la mía, que el que toma asistencia nos mira desde arriba.

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