Dejarse llevar

El señor nos regaló la oportunidad de viajar a Italia y visitar el Vaticano.
Les cuento una pequeña historia gigante.
Para entrar a la plaza en la audiencia tenes que pedir las entradas en el Vaticano por Internet.
Después tenes que hacer una larga cola el día anterior para retirarlas.
Bueno.. yo hice la cola y delante mío un tano muy movedizo no se aguantaba la espera. Me pidió que le cuidara el lugar y volvió todo enojado como buen tano porque había que esperar. Hicimos la cola. Recogimos las entradas y chiao.
A la tarde me lo volví a encontrar en una calle de Roma en otro lugar. Me saludo. Es difícil, imagínense que hay miles caminando por Roma.
Y al dia siguiente después de la audiencia, donde van 50.000 personas, Se produjo el milagro. Ya habían pasado unas horas y me lo volví a cruzar. Esta vez iba con otra expresión en el rostro, caminaba despacio y sin apuro, con una mujer y empujaba un carrito de bebé. Me miro y me dijo con los ojos plenos de lágrimas, el Papa levantó mi bebe y la bendijo.
Nos abrazamos largamente, y lloramos.
Eramos 2 hermanos en Jesús. 
Hermanos conocidos. 
Miembros de una misma Iglesia.
Seguramente nunca más vuelva a verlo en mi vida. Pero tampoco podré olvidarlo. Creo que fue esa la razón por la que nos llevo a Roma.
Es difícil querer entender los caminos de Cristo y verdad es que ya no importa entenderlos, hay que dejarse llevar.
Porque así es más fácil, porque así es mejor.  
Ahhhhh. No te ólvides nadie te ama como Él!

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